La guerra moderna ya no se libra solo con tanques, infantería o artillería pesada. En 2025, el auténtico campo de batalla se extiende al cielo, donde pequeñas aeronaves no tripuladas —los drones— se han convertido en un elemento decisivo en el éxito de cualquier operación militar. España ha apostado fuerte por esta tecnología, integrándola como eje central en la estrategia de modernización de sus Fuerzas Armadas. Pero como todo avance, esta revolución trae consigo un doble filo: la misma arma que nos fortalece puede volverse en nuestra contra.

La revolución dron en el Ejército español
Los sistemas aéreos no tripulados (UAS) ya forman parte del presente del Ejército español. Su aplicación va mucho más allá del simple reconocimiento: los drones son hoy herramientas clave para la vigilancia, apoyo logístico, recopilación de inteligencia y ataque directo. Su presencia se está generalizando en todos los niveles operativos, desde patrullas sobre el terreno hasta centros de mando estratégicos.
En 2024, el Ministerio de Defensa firmó un contrato de 18 millones de euros con la compañía estadounidense Skydio para adquirir cientos de drones X10D. Estos modelos, diseñados para operar a nivel compañía o subgrupo táctico, se emplearán principalmente en misiones de corto alcance con una gran necesidad de precisión.
Además, se han adjudicado cerca de 300 drones clase I (tipo Mini de ala fija), por un valor superior a los 45 millones de euros. El objetivo: dotar a las unidades de una capacidad de observación aérea constante, ágil y con transmisión de datos en tiempo real para mejorar la toma de decisiones en combate.
El campo de batalla ha cambiado: velocidad, inteligencia y autonomía
En conflictos recientes como el de Ucrania, los drones han demostrado que una flota ligera, bien coordinada y con inteligencia artificial, puede paralizar movimientos enemigos, destruir objetivos clave y cambiar el curso de la batalla sin necesidad de arriesgar vidas humanas en primera línea.
Esta “dronificación del combate” implica que la velocidad en la recopilación y análisis de datos se ha vuelto tan importante como la potencia de fuego. España ha entendido esta evolución y está ajustando su doctrina militar para que los mandos operativos puedan visualizar, interpretar y actuar con más rapidez y precisión que nunca.
La amenaza es real: ¿y si el enemigo tiene los mismos drones?
El mayor problema de esta nueva era de la guerra tecnológica es que la tecnología es accesible, incluso para enemigos con presupuestos mucho más bajos. Con unos pocos miles de euros, grupos irregulares o incluso actores no estatales pueden lanzar ataques disruptivos con drones comerciales modificados, creando situaciones de caos en bases, líneas de suministro o infraestructuras críticas.
España ha aprendido de estas amenazas y ha empezado a blindarse con sistemas antidrón de última generación.
Defensa antidrón: el escudo frente al cielo
Uno de los proyectos más avanzados del Ejército español es el sistema Aracne, fruto de la colaboración entre Indra y EM&E. Con una inversión de 36,5 millones de euros, este sistema combina radares, sensores ópticos, analizadores de frecuencia, inhibidores de señal y capacidad de neutralización activa, todo ello con una latencia mínima para actuar en segundos frente a una amenaza aérea.
Además, se están desarrollando sistemas portátiles de inhibición y neutralización para unidades desplegadas, permitiendo responder a ataques sorpresa en entornos urbanos o rurales.
Tecnología militar “Made in Spain”
El Ministerio de Defensa no quiere depender únicamente de tecnología extranjera. Por eso, ha impulsado desde el Mando de Apoyo Logístico del Ejército (MALE) una colaboración sin precedentes entre empresas españolas, universidades y centros de innovación tecnológica.
Durante un taller celebrado en el Mando de Artillería Antiaérea, se presentaron proyectos como inhibidores portátiles, sensores avanzados, radares ligeros e incluso prototipos de armas de energía dirigida (láser y microondas) desarrollados en colaboración con instituciones como la Universidad de Alcalá. Esto busca no solo reforzar la defensa nacional, sino convertir a España en un referente europeo en defensa tecnológica.
El desafío ético y estratégico del uso de drones
Más allá del componente técnico, el auge de los drones también plantea retos éticos y legales. ¿Quién es responsable de un ataque autónomo mal ejecutado? ¿Cómo garantizar que estos sistemas respeten las leyes internacionales de la guerra?
El Ejército español, consciente de estos dilemas, trabaja en protocolos para garantizar que el uso de drones siempre esté bajo supervisión humana y conforme al derecho internacional.
Conclusión: drones, el arma del futuro que ya está aquí
En 2025, la gran baza del Ejército español es su capacidad para adaptarse a una nueva realidad: la guerra se libra con datos, sensores, inteligencia artificial y precisión quirúrgica. Los drones han pasado de ser apoyo a convertirse en protagonistas del campo de batalla.
Pero esa apuesta también obliga a evolucionar en defensa, contramedidas y formación de los soldados. Porque en esta nueva guerra aérea no gana el que tenga más músculo, sino el que reaccione más rápido y con más inteligencia.
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